lunes, 3 de agosto de 2009

Un Cuento Que No Viene A Nada II




Había sido hacia tanto tiempo de aquel amor que le parecía insólito como algo tan complicado pudiera dudar tanto, casi media vida.

Lo que más le atormentaba era encontrar su imagen en donde no había, imaginaba su voz donde el sonido era absoluto, la sentía en las noches de tormenta, acompañando sus penas. Pero había algo más estremecedor, más profundo y era que su pasado se resumía en los recuerdos de ella. Era por eso que en cualquier instante, por cualquier motivo, por más cotidiano que sea el recuerdo de ella revocaba como un puñete del pasado.

Siempre asocio el olor del tabaco a su olor, se acostumbro a fumar pensando en ella. Era por su época de fumador joven que la conoció en el colegio, ella brillaba con luz propia, resaltando sus ojos esmeraldas, serena, con una cabellera color miel hasta un poco más arriba de la cintura. A sus escasos años se le denotaba una ligera figura femenina hermosa, con unas futuras curvas muy sensuales y era su voz la que seducía a cualquiera que se encontraba con aquellos labios que después de muchos tiempos lograría besar.

Nunca supo qué hacer para decirle que la amaba. La amo a escondidas, refugiándose de decirle el secreto a alguien más, era algo suyo, era la chispa de sus versos, la fuerza de su existir. Fue por ella que siguió estudiando, para verla, porque antes de conocerla ya no iba a clases, se fugaba y vagaba por la ciudad sin un rumbo.

El día que la conoció también conoció eso que la gente llamaba amor, el amor a primera vista y no se equivoco porque ese amor a de acompañarlo hasta el día de su muerte.

Si nunca le dijo en su juventud nada sobre lo que él sentía era por el motivo más hermoso de su joven vida. Una tarde mientras el vagaba por el vecindario, cruzándose entre calles y parques con la bicicleta la encontró a ella también en un parque. La saludo amistosamente con una jerga de niño avispado, un poco sorprendido porque no se esperaba la presencia de ella en su camino, luego fue que supo que ella vivía en la casa color azabache frente al parque, el volvería a esa casa y a aquel parque después de muchos años, tenía que recoger información.

El evento que sigue lo persiguió toda su vida, y es que en aquella misma tarde sucedió un eclipse, no sabría decirse si lunar o solar, pero fue un eclipse que lo vieron juntos mientras duro, y el eclipse duro lo suficiente para conectar las almas de aquellos muchachos para siempre, fue por eso que él nunca le dijo lo que sentía porque pensó que aquel momento lo había dicho todo.

Después de un par de meses, acabado el año escolar él la buscaba en las noches, se acercaba a la casa y se sentaba un par de horas bajo la ventana que el supuso que sería su cuarto.

Con una decisión imprevista el tubo que viajar al viejo continente, sin mucho tiempo apenas pudo despedirse de sus amigos más cercanos y siempre le dolió en el alma no haberse despedido de ella, no sabía si la volvería a ver y fue por eso que lloro un día, en su cuarto antes de irse de viaje.

El tiempo paso lento, pero él lo acelero dando aceleradas al amor con tantas mujeres para amar se le cruzaron en el camino y fue una de ellas que le llevo inocentemente a una fiesta en donde él la volvió a encontrar después de muchos años. Cuando la vio solo alcanzo a decir “me he enamorado una sola vez de una mujer en mi vida y esa eres tú”.

Continuara