viernes, 4 de septiembre de 2009

Desconocidos de ayer



Me he fijado en ti desde el principio, desde que te vi. Me cautivo tu dulce voz que sobresalía entre todos, como un canto, un canto general. Nuestros ojos siempre se buscaron, primero los míos, luego los tuyos. Me gusta observarte, me gusta amarte en secreto. Busco tus ojos por necesidad, observando tu alma, observando la luna. Tienes una gracia sobrenatural, abrumadora, heroica, estimulante e insaciable. Tus cabellos negros hurgan en mi mente, entrelazándome a tu pensamiento, a pensarte aun cuando duermo.

Hoy te vi más hermosa, pero triste, con una pena albergada en tu gran corazón, en tu gran alma de mujer. No puedo hacer nada para desaparecer ese dolor de mi amada querida, lo único que puedo hacer es regalarte estas letras perdidas de la noción del tiempo para darte a entender que llegaste a ganarte un sitio en mi corazón.