jueves, 6 de agosto de 2009

Un Cuento Que No Viene A Nada IV




Cuando Jorge le dijo a Carla que la vista estaba hermosa, ella imagino que aquella noche no harían el amor. Eran muy comunes en él esos cambios de planes tan repentinos. Carla se hizo a él, se acostumbro a su vida, se dedico a amarlo en cada noche que podía, pero ella sabía que no era la única y sobre todo que no era la importante.

Hace mucho tiempo cuando sus los planes de Jorge estaban en una época de cambios absolutos ella le pregunto a que se debían y el simplemente le contesto que le aburría saber lo que va a hacer.

Pero esa noche era diferente. Cuando salieron al balcón, bajo la luz de las pocas estrellas que quedaban Carla lo encontró muy sereno, más pensativo y sus ojos solo miraban al pasado. Desde ese día comprendió que él llevaba una pena de muchos años, cada vez más dolorosa. No se atrevió a pensar que fuera de amor, quizás algo profundo, pero no tanto como el amor.

Jorge estaba sumido en sus recuerdos, encendió un cigarro y con cada fumada que daba recordaba algo, pensó que la vida fuera más fácil si algunos recuerdos se desvanecieran como el humo del tabaco.

La ciudad estaba empapada por un canto de lluvia y se divisaba con claridad las colinas encendidas con casas, el centro de la ciudad con sus hermosas catedrales iluminadas y toda la explanada del resto de la ciudad contaminada por la luz. Con la vista veía todo, cada detalle de lo que era su ciudad y a escondidas se reía cuando lograba localizar la casa de algún amigo. De lo que no se dio cuenta es que su vista estaba buscando la casa de ella, si aun lo era porque desde el día de la fiesta ya no la había visto.

Llevaba dos cigarros y seguía lucido, meditando, pensando su siguiente paso. Entonces miro a Carla y ella lo miro, sus manos se buscaron en la claridad que proporcionaba la luna, se encontraron y se entrelazaron, juntándose y él le dijo – gracias por amarme, siempre necesite de tu amor.

Carla quedo muy sorprendida porque él nunca lo había dado nada, siempre lo quería todo y sin decir nada, pero ahora lo decía, se sintió honrada de cierta forma y con un impulso mas del corazón que del cuerpo lo beso.

De este momento mágico había pasado mucho tiempo, medio siglo y Jorge se encontraba al filo de la muerte, postrado en una cama, con una pila de libro a su mano izquierda que iba leyendo según su ánimo.

No había caído enfermo de alguna enfermedad letal, simplemente se le acabo la vida, eran sus últimos días. Había envejecido tanto, pero siempre su salud fue espléndida. Cuando se hizo ver por un doctor, este le dijo que esas enfermedades son incurables, porque vienen del corazón y son de amor.

No se quejo de sus últimos años de vida, sus amistades también envejecidas lo habían acompañado en sus peores momentos de salud. De algo que nunca sufrió fue de su pérdida de memoria, siempre recordaba las cosas tan nítidas del pasado que las contaba como si fuera de ayer.

Cuando Carla entro a la habitación y se vieron mutuamente, ambos habían envejecido tanto que no se imaginaban desnudos a esas alturas de la vida, solo tenían un amor mutuo de adentro porque lo de afuera era para jóvenes.

Carla siempre tuvo la curiosidad de saber cuál era su pena, cual era la pena que Jorge llevaba hasta sus días. Ese día fue con la determinación de averiguarlo, ella sabia todos sus secretos pero ese nunca lo descubrió, él tampoco se lo conto y hasta ese día hubiera sido el secreto mejor guardado por él, pero algo lo incito a contarle.

El hospital estaba por mandar a las visitas, se había acabo la hora y solo las visitas dispuestas a quedarse a dormir se quedarían. Carla se dispuso a marcharse para regresar mañana, pero él la volvió a buscar con la mano, como en aquella ocasión, le sujetó de la muñeca y le dijo - no te vayas, quédate, quédate conmigo esta noche y te lo contaré todo. Carla agarro su mano, la volvió a entrelazar y le dijo – claro, siempre me he quedado las noches contigo para aguantar tus penas. Acto seguido lo beso en la mejilla y le dijo – te besaría en la boca, pero sabemos a viejos. Jorge la quedo mirando, le perdió el contacto visual y le dijo – siéntate Carla de mi alma, te lo contare todo, te contaré de un amor que se fue al carajo hace mucho tiempo.


Continuara