domingo, 31 de enero de 2010

Te vas a lo lejos...




Te vas a lo lejos con una mirada fugas, triste y sombría, con un amor desnudo. Y la guitarra a lo lejos suena, entona aquellas canciones al oído. Te desfragmentas en mis manos, en mi memoria y como un rastro de viento negro desapareces sin dejar huellas. Y solo entonces lloro, te pienso y grito tu nombre en el astral, buscándote absurdamente en sueños de mierda.

Te vas a lo lejos, con un vestido de papel impregnado de mis letras. En tu cabeza, una corona de esmeralda cual una diosa de cuento. Tus lágrimas invisibles son la muestra que me enseñaron a no olvidar los recuerdos, porque siempre habrá un recuerdo más fuerte, como aquella tarde de amor.

Te vas a lo lejos, con tu cuerpo inerte, lleno de recuerdos tristes, ajenos a mi ser y te llevas en tu cuerpo la fortaleza que me asegurabas en tu pecho la felicidad incondicional de un amor contrariado, pero un amor de verdad.

martes, 19 de enero de 2010

Era el mismo sentimiento...



Era el mismo sentimiento. Después de casi dos años no lo había sentido. Era el sentimiento que hace dos años le aviso la muerte de la madre de Alexandra. La madre de Alexandra tenía cáncer y según los médicos la enfermedad estaba tan avanzada que solo le quedaban días de vida, estaba viviendo una vida prestada.

L a noche en la que Ángel sintió el sentimiento de soledad, de tristeza y de angustia su pensamiento se dirigió a la madre de Alexandra y con toda la fe del mundo dijo “espero que se encuentre bien”. A la mañana siguiente, en el colegio recibió la mala noticia. La madre de Alexandra había fallecido la noche anterior.

Para Ángel fue una noticia drástica, algo inquietante y con el tiempo comprendió que aquel sentimiento que sintió aquella noche se debía a una conexión con Alexandra.

En la universidad Ángel conoció a Nati, una chica hermosa, inteligente, pero con un pequeño problema, siempre llegaba tarde. Ángel se acostumbro a su horario, no se admiraba cuando no la veía por las mañanas y al tener horarios había días en donde no se veían.

En la tarde del sábado, después de hacer un trabajo Ángel la dejó cerca de su casa. Nati no tenía teléfono alguno para localizarla y las raras veces que se conectaba por internet eran escasas, no había forma de localizarla, pero Ángel tenía la confianza de que estaba bien. Siguió con esa confianza el domingo y esa misma confianza lo acompaño el lunes, pero cuando ya no la vio se preocupo. No era una preocupación cualquiera y su sentimiento que lo abandono hace dos años se hizo presente de repente, sin avisar y lo asusto tanto que después de mucho tiempo, antes de dormir dijo “espero que se encuentre bien”. A la mañana siguiente tenían clases a la primera hora, y como era costumbre Nati no llegó puntual pero Ángel no se preocupo y su espíritu intentó tranquilizarse. En las distracciones de la clase se pregunto por qué aquel sentimiento lo volvió a atacar y como un rayo negro su mente reflejo el rostro de Nati. Se sintió triste, más preocupado.

Se acabo la clase y cuando Ángel salió lo primero que hizo fue buscarla en los pasillos desinteresadamente y según bajaba los pisos la buscaba. Llegó al patio y la vio, sentada, esperando a algo o a alguien y su corazón se sintió tan aliviado que la sonrisa que se le produjo no se le quitó hasta muy tarde.

Cuando habló con Nati, ella le explico que un pariente muy apegado a ella había fallecido y entonces Ángel lo entendió todo. Comprendió que se puede sentir la tristeza ajena de aquellos que quería y no fue por casualidad, pues un sabio muchos años después le dijo que su espíritu había abierto una conexión un tanto especial, un tipo de conexión que solo se da cuando hay amor.

lunes, 11 de enero de 2010

Quédate esta noche...



Quédate esta noche para plasmarnos en besos inciertos, para mirarnos en la eternidad sin aliento, quédate para tenerte, para abrazarte. Quédate bajo este cielo infinito que se abre camino hacia el cosmos supremo. Quédate para observar la luna, hagamos que sea ella la espectadora de nuestro secreto de manos. Aférrate a mi mano, no la sueltes.

Quédate esta noche para hablar con la mirada de incierto y quédate esta noche para empezar una tarde callada, triste. Quédate esta noche para empezar una mañana ruidosa y soleada. Quédate esta noche para tener mil noches más novedosas. Déjame sorprenderte con nuevas caricias al alma, a tu pecho, a tus manos infinitas.

Quédate esta noche para besarte el cuello, las mejillas que tanto amor reciben. Quédate esta noche, no te besaré, no te acariciaré, no te abrazaré, pero quédate esta noche, quédate conmigo.