sábado, 15 de agosto de 2009

Un Cuento Que No Viene A Nada VI




El recuerdo de Paula era el recuerdo de una viuda. Una viuda que el desecho de su vida porque se dio cuenta a tiempo que llevaban caminos diferentes.

Llevaba meses siguiendo esa amistad, una amistad dudosa que nunca proponía nada. Él sabía de la vida amorosa que su amada llevaba, pero cuando encontró la oportunidad de calar sus intenciones más sinceras una información le quitó el velo de sus ojos y solo ahí pudo darse cuenta que la persona que amaba estaba en otra realidad que él no veía.

Era la alocada vida que llevaba Paula, su embriaguez sobrenatural, sus atajos en la vida, su poca autoestima y más aun el sufrimiento que ella le causo a Jorge cuando acordaron ser amigos lo que causo en él la irremisible decisión de separarse de ella.

La amaba en lo absoluto, pero también le dolía tener cerca a la persona que amaba y no poder tocarla. Quería lo mejor para ella y decidió alejarse porque él sabía cuan duro sería llevar una carga tan pesada.

Fueron semanas duras de no llamarla, de pensarla, de descifrar esa dudosa mente. ¿Qué pasará por esa mente?

Consiguió llevar esa lucha por años, haciendo lo de siempre, hasta que ahora solo podía quedar postrado en una cama, con una confidente muda, pero llena de amor.

Así se desvaneció el amor, lo poco que quedaba de él. En su tumba resonaba la frase “solo Dios sabe cuánto te quise”. La había puesto Carla, en memoria a su viejo amante que yacía muerto e inerte.

En una mañana de diciembre cuando Carla fue al cementerio a visitarlo se encontró con una dama, rebosando unos hermosos ojos, aun no apagados, con el pelo hasta la cintura y una piel blanca. Llevaría la misma edad de Carla y sus expresiones denotaban profundas tristezas.

Cuando Carla le pregunto quién era ella le respondió que se llamaba Paula y que ahí yacía el único hombre que en realidad la amo y que ella no lo aprovecho.

Fin