Ahí esta el poeta, embriagado, pensando en aquella doncella perdida en el borde del olvido. La música es triste, profunda y da un sentimiento de nostalgia que se confunde con el amor y aún piensa en la doncella perdida que algún día fue suya. La quiere mucho, tanto que él era el amante que nunca dio la cara y ahora la daba.
L a doncella esta con los ojos cristalizados
perdidos en otro mundo,
en un mundo inerte
en donde el color,
fuente del todo
se perdió, se esfumó y nunca se entregó.
La sonrisa ya no es la misma,
y las caricias confundidas
son los signos con mentiras.
La habitación era grande, con una ventana inmensa que dejaba entrar la luz a cualquier hora, el ambiente era fresco. En una esquina se posaba la cama, al frente el televisor que nunca encendieron y a su lado el equipo de sonido que les regalo las más tristes baladas de amor mientras ellos construían el amor a su manera, con un abrazo infinito. Tenía un gran armario que nunca se abrió ante su presencia y aunque la habitación siempre entonaba un triste aire de desarreglo y descuido era el lugar preferido para pasar el calor y olvidarse de la soledad y la melancolía de aquellas dos almas perdidas.
Se miraron en la constelada soledad de cada uno y con la mirada construyeron ese espacio de amor que se mantuvo por muchas tardes.
Gracias Tatiana, son por estas cosas pequeñas que me enseñas por las que te quiero.
